Patrimonio Histórico de Retamal de Llerena

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IGLESIA PARROQUIAL DE SAN PEDRO APÓSTOL
Retamal de Llerena
 
El monumento más destacable de Retamal es la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol. Construcción originaria del siglo XVI y de reducidas proporciones. Su planta es de nave única, con bóvedas de cañón, dividida en tres tramos por pilastras clasicistas, entre las que se abren capillas laterales formando arco-solios entre estribos cuadrados de sólida presencia. En la zona de acceso se sitúa un coro sobre columnas de fuste circular de gran diámetro. La cubierta es de bóveda de medio cañón, sobre arcos fajones de granito.
La iglesia corresponde al modelo característico de pequeño edificio muy remodelado propio de la zona en la que se encuentra. Unos estribos de escaso resalte en los muros laterales y el ábside, son todos los elementos formales que al exterior distinguen la construcción.
La cabecera es poligonal, con bóveda de crucería de sólidas nervaduras. A ella se aneja la sacristía por el costado de la Epístola. A los pies se sitúa el coro, sostenido por gruesas columnas, ostentando en una inscripción donde se lee como año de ejecución el de 1611. A continuación del mismo se extiende un profundo atrio de acceso al cuerpo de la nave.
Al interior llaman la atención la decoración de sus muros con grandes paneles de pinturas del siglo XVIII, sobre las pilastras y cubiertas, consistentes en inscripciones, emblemas y otros motivos como rótulos y cartelas, enmarcados por una variada decoración geométrica y de óleos diversos. Entre las figuraciones aparecen la cruz santiaguista, crisoles y otras alegorías y anagramas.
Estas pinturas aparecieron con motivo de los raspados realizados con motivo de las operaciones de repintado del templo.
Las pinturas pueden dividirse en dos grupos. Uno se sitúa en las bóvedas, ocupando el centro de las mismas sobre los dos primeros tramos (los situados sobre el coro), conteniendo, entre diversos motivos ornamentales geométricos y florales las siguientes inscripciones:
Primer tramo: “Esta obra se hizo en el año 1762”.
Segundo tramo. “Siendo cura D. Thomás Sánchez Larios”
Otros motivos sin leyenda figuran en los testeros de los sucesivos arcos, formando florones y rosetas.
El segundo conjunto, de motivos geométricos fundamentalmente, dispuestos sobre los cuatro estribos que definen el tramo central de la nave. Las inscripciones se representan en letra romana, con multitud de abreviaturas y los convencionalismos habituales de la época. El detalle de las inscripciones es el siguiente:
- lado del Evangelio:
Primer pilar o del lado izquierdo. Corona el dibujo un cáliz: “Calicem salutaris ac accipian et onmen domini invocato”
Segundo pilar, o del lado derecho: “por la honra por la Vida y Estados: y vida y honra, por Dios”
- lado de la Epístola:
Segundo pilar, o de la izquierda. Corona el pilar un conjunto de elementos geométricos cuadrados rodeando una cruz con rosetas en los ángulos.
Primer pilar, o del lado derecho. Corona el pilar un escudo conteniendo el Crhistus y un anagrama mariano.

Resultan de especial interés los dos pequeños retablos barrocos situados sobre el arco toral, a ambos lados del testero del presbiterio. Se trata de obras de buena entalladura y labra, de proporciones menores, pero de indudable interés.
Como pieza de mayor interés aún, hay que señalar el retablo clasicista situado en el tramo de la nave por el costado del Evangelio, entre los dos pilares con pinturas antes mencionadas. De pequeñas dimensiones, consta de dos cuerpos y tres calles sobre banco, aunque la zona superior se reduce prácticamente a una sola hornacina. Se presenta como un retablo mixto donde se combinan las técnicas de talla y pincel (predomina una técnica sencilla con un toque ingenuo en la decoración pictórica de sus tableros). El lugar de honor del retablo lo ocupa un Cristo crucificado, obra de bulto redondo, posiblemente del siglo XIX, que se acompaña a ambos lados de las figuras de San Juan y de la Virgen María y todo ello coronado por los símbolos de la luna y el sol, que en tan variadas ocasiones aparecen en las Sagradas Escrituras. En las calles laterales del retablo, dos hornacinas acogen las figuras de San Antonio y San José con el Niño, acompañados de pinturas torpes y esquemáticas que ilustran algunos de los símbolos de la Pasión de Cristo. El ático aparece separado claramente de la parte baja del altar por medio de un entablamento clásico que sirve de base a la representación escultórica de la Virgen acompañada en los laterales por las figuras de San Sebastián martirizado y la otra de algún miembro de la institución eclesiástica. Destaca por encima del resto de detalles, la ingenuidad con la que se tratan las esculturas y el colorido original, a base de tonos azulados, verdes y rojizos.
El retablo mayor, de grandes dimensiones con tintes clasicistas alejados de recargamientos, etc, se concibe como una gran obra pictórica con la representación de San Pedro y con una rica y variada policromía que va desde los matices verdosos hasta los dorados o nacarinos intentando emular el rico mármol jaspeado tan utilizado en el estilo clasicista. El banco acoge el sagrario y una decoración de placas donde se disponen a continuación un gran lienzo flanqueado por pilastras corintias y rematado por un gran entablamento y un gran frontón quebrado realizados por el entallador portugués Ignacio de Silva y Moura.
Otro retablo que podemos destacar es el del segundo tramo de la nave por el costado del Evangelio. Este aparece policromado y con pinturas en el fondo, tratándose, quizá, del que en otro tiempo ocupara el altar mayor. Es un sencillo enmarcamiento sobre banco, con remate curvo, consistente en dos pilares laterales con friso clásico. En el de factura moderna que hoy ocupa este lugar aparece una pintura, atribuida sin mucho fundamento a la escuela de Zurbarán (al igual que ocurre con la estimación del propio edificio en sí, como románico, según sin duda, la voluntarista afirmación inicial de algún erudito local).
Destaca otra obra de la retablística que alberga las imágenes del Resucitado y de la Virgen de Fátima y que contiene una inscripción en la que puede leerse: “Donado por D. Aníbal de Tena y su esposa Dña. Purificación Romero en el año 1951”.

Una hermosa talla de la Inmaculada, de finales del siglo XVII o principios del siglo XVIII completa los contenidos del templo.
La pila bautismal es una de las más grandes y toscas de la comarca, labrada con un reducido pie cuadrandangular y una desproporcionada taza granítica, lisa y de marcada profundidad pero llena de encanto y atractivo.
Al exterior, la fachada principal ofrece una variada morfología en la que destaca el cuerpo correspondiente al mencionado atrio que consiste en un edículo de planta rectangular, de mampostería encalada, con cubierta a dos aguas, en el que se abre una portada de arco muy rebajado flanqueado por sencillas pilastras y elemental cornisamiento coronado por pináculos. Este cuerpo se adosa al principal del edificio, donde se alza una achaparrada torre con dos campanarios. Su morfología se completa con estribo frontal y el cobijo cilíndrico de una escalera.
 
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