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 Patrimonio Histórico de Azuaga
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CASTILLO DE MIRAMONTES
Azuaga |
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El origen de esta fortaleza está relacionado con la tribu islámica de los Zuwaga, que desde el Norte de África se diseminaron por buena parte de la geografía peninsular. Multitud de restos fragmentarios de cerámica, extraídos del subsuelo de la fortaleza, nos confirman la valía que dicho enclave tendría en época islámica.
A mediados del siglo XII el geógrafo Al-Idrisi confeccionará el itinerario Córdoba- Badajoz, incluyendo el Castillo Miramontes de Azuaga como zona segura dentro de este recorrido.
Los primeros documentos que hacen referencia al monumento datan del año 1331 en un documento que especifica su ubicación bajo jurisdicción y administración de la Orden de Santiago.
Tras el proceso de reconquista pasará a convertirse, aunque por poco tiempo, en Casa de la Encomienda bajo la orden santiaguista.
Desde 1400 no se practicaba ningún arreglo a la estructura. Así, en 1494 los libros de visita reflejan la necesidad de realizar en ella algunas intervenciones por el mal estado: “todas las tapias comidas del ostigo del agua”. Será el comendador de la villa, Luis Puerto Carrero, el encargado de dirigir las obras de reparación: “Todo está nuevo, fresco, muy bien reparado e aderezado con sus almenas muchas e pretiles”.
A partir de entonces serán constantes las remodelaciones para el mantenimiento de la fortaleza. Así, en 1576 los libros de visita se centran en la descripción de la monumental Torre del Homenaje: “Subiendo por la dicha escalera se entra en dos pieças de boveda que estan a la mano yzquierda de la escalera y suben las escaleras de arriba a lo alto de la dicha torre, la qual esta almenada sin techumbre... declinando de la dicha torre se puede yr a una torrezilla, por una muralla que va almenada de torres por ambas partes, la qual dicha torre tiene una pieça pequeña”.
La fortaleza tenía a mediados del siglo XVI una barbacana con su cava, cuya puerta estaba defendida por un cubo. La segunda puerta se encontraba en una torre que formaba parte de un muro almenado, delimitando un espacio adaptado a la configuración del terreno. Una tercera puerta se hallaba entre dos cubos, únicos vestigios que quedan de la edificación; ambos formaban parte de una barrera que defendía el recinto principal, donde se ubicaba la Torre del Homenaje.
Pasada la segunda puerta había un corral que, a la derecha, tenía una caballeriza grande, de dos naves separadas por una arquería. Sobre ella se levantaban tres habitaciones destinadas para servicio de los mozos. En 1576 se divide la caballeriza y una parte de ella se emplea como bastimento de pan. A la izquierda del citado corral se encontraba un huerto cercado y un cortinal que tenía dos aljibes.
El último recinto de la fortaleza disponía de patio principal, situado en la cota más alta del terreno, y una serie de servicios. Los arcos y pilares de los corredores eran de ladrillo y la columna del aljibe de mármol. Las techumbres del ala izquierda, a excepción de las bóvedas de la torre del homenaje, eran sencillos alfarjes de pino.
De esta imagen descrita solo se han conservado en la actualidad dos cubos, unas saeteras, restos de los muros de contención y los cimientos de algunas dependencias del interior. A partir del siglo XVI no se tienen más datos del lugar hasta que en 1734 las últimas referencias santiaguistas describen la entrada del castillo en su fase de devastación: “se declaró hallarse muy arruinado, sin habitación alguna y sumamente imperfectas y demolidas sus torres”.
En la actualidad, desde principios de 2005 y gracias al Taller de Empleo “Mirador de Viriato” se ha comenzado el estudio de una parte de las ruinas de la fortificación medieval que en su día ocupaba la parte más alta. La investigación la dirige un arqueólogo bajo supervisión de la Consejería de Cultura y servirá para aclarar y recuperar el pasado de esta monumental edificación asentada sobre sucesivas culturas.
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