PATRIMONIO HISTÓRICO

La Campiña Sur cuenta con un rico y variado patrimonio histórico-artístico a lo largo y ancho de su territorio.

De épocas prehistóricas data el Menhir de La Cardenchosa; los musulmanes legaron vestigios como el Castillo de Miramontes además de otra arquitectura mudéjar muy extendida; o edificios vinculados a  la Orden de Santiago, templos insignes como Nuestra Señora de la Consolación en Azuaga, la Purísima Concepción en Granja de Torrehermosa o Nuestra Señora de la Granada en Llerena.

Azuaga y Llerena, son el máximo exponente de la riqueza arquitectónica de la Comarca, ya que, en sus núcleos catalogados como Conjuntos Históricos Artísticos, encierran una amplia muestra de edificios civiles y religiosos a través de los cuales es posible observar muestras de arte mudéjar especialmente, pero también restos renacentista y barroco.

También es preciso señalar que en la Campiña Sur se esconde uno de los grandes tesoros turísticos de Extremadura, la Ermita de la Virgen del Ara, cuyos frescos tematizados en el libro del Génesis, hacen de este recinto un lugar único, con el valor añadido de estar enmarcado en una dehesa de gran valor paisajístico. Además, existen restos romanos de gran importancia como es el teatro y ciudad romana de Regina en Casas de Reina, o la Alcazaba de Reina. Estos recursos suponen un gran atractivo turístico para estas zonas rurales y la propia comarca en su conjunto.

CONJUNTO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE AZUAGA

En este Conjunto Histórico Artístico descubrirás un crisol de culturas donde judíos, árabes y cristianos dejaron su huella en la arquitectura mudéjar, gótica o renacentista que llena sus calles y plazas.

Disfruta de un paseo por las calles Pío XII, Teodoro de Vera, Alconchel y Mesones, siéntate en una terracita del centro y observa el carácter de sus gentes a ritmo de tapas. Incluye en tu visita la monumental Iglesia de la Consolación mezcla de todos los estilos artísticos, la más grande de toda la provincia de Badajoz.

CONJUNTO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE LLERENA

En este Conjunto Histórico Artísticos  tendrás la oportunidad de conocer una de las plazas porticadas más espectaculares de Extremadura, la Plaza de España de Llerena, antiguo mercado, coso taurino y corral de comedias.

Te parecerá una catedral la Iglesia de la Granada donde la torre mudéjar y la galería doble de su fachada te dejan sin aliento.

Pasea por sus calles y descubre edificios como el palacio de Los Zapata, el Maestral, el convento de Santa Clara, el de la Concepción, el colegio jesuita o el Museo Histórico de la ciudad con una magnífico patio mudéjar de lo que fue un palacio episcopal, sede de la Inquisición.

ALCAZABA DE REINA

La formidable Alcazaba, declarada Monumento Histórico Artístico, se ubica a más de 800 metros de altura, conformándose como uno de los monumentos más representativos de la zona y por el que la localidad de Reinal resulta más conocida. Se trata de una construcción de origen árabe, fabricada con adobe y hormigón de barro y cal (aunque también se baraja la hipótesis de que para su construcción se aprovecharan también algunos restos de la antigua Regina). El recinto se refuerza con torres albarranas de planta cuadrangular y unidas mediante los lienzos de fabricación árabe, entre las que destaca la del Homenaje y que ejercian la función defensiva del recinto interior, del que se conservan escasas estructuras a excepción de la antigua iglesia consagrada a la patrona de la localidad; Nuestra Señora de las Nieves o la permanencia de algunos aljibes que conservan similitudes con los de Cáceres o Medellín.

Aunque deteriorada por el paso de los tiempos, la silueta de esta poderosa alcazaba se recorta sobre el horizonte como hito evocador de la grandeza pretérita de Reina. Numerosas atalayas y torres de vigilancia siembran sus alrededores erigiéndose sobre los puntos culminantes de la orografía. «Ganola de moros de año 1185 el Rey D. Alonso Nono Castellano y vuelta a perder, D. Fernando III, 1246 que la mandó poblar de cristianos» (Población General de España de Rodrigo Méndez Silva, 1645). En junio de 1246, Fernando III, dona la villa con la alcazaba a la Orden de Santiago. En el privilegio de donación, señala los mismos linderos que poseía en la época árabe: «Por el norte partía con los términos de Benquerencia por Cabeza Alcornocosa, sobre La Posada de Abenfut. Por el Noroeste la Sierra de Paracuellos (entre Campillo y Peraleda), bajando hasta el nacimiento del río Zújar (junto a la aldea de Cuenca en Córdoba). Por el Oeste en la confluencia del río Bembézar con el Sotillo y continuando hasta la actual Dehesa de la Nava, al sur de Fuente del Arco contra el río Benalija hasta cerrar con el término de Hornachos”.

A finales del siglo XV, Alonso de Cárdenas, Maestre santiaguista, la reconstruyó y posteriormente en el siglo XVI (1515 y 1575) realizó otra reforma, acondicionando el aljibey las estancias residenciales. Se piensa que la fecha en la que fue abandonada ronda entre 1604-1738, formándose poco a poco el asentamiento actual de la población. Las primeras casas empezaron a edificarse en la parte más baja del valle, los arrabales, donde se hallaban las bodegas. En siglos posteriores el auge de Llerena absorbe la capitalidad de la Provincia Santiaguista. Actualmente se conserva el lado sur (entrada) y el flanco norte. Se están llevando a cabo labores de restauración consistentes en la recuperación de los lienzos de la muralla mediante la consolidación de los mismos.

CASTILLO MEDIEVAL DE VILLAGARCÍA DE LA TORRE

Se trata de una obra del siglo XIV, aunque algunos, en un principio, la calificaran de época romana: «… depósito de piedras con inscripciones romanas», y otros de árabe. Situada en el extremo más elevado del caserío, aún en el siglo XVII era descrito entero y vistoso, prácticamente intacto. Sufrió las terribles causas de la Guerra de la Independencia, sirviendo de Hospital de Sangre a los franceses. El general Morillo, en el contexto de las Guerras Carlistas, ordenó destruir sus defensas, dando lugar a una fase de destrucción y ruina progresiva de su fábrica, haciendo que buena parte de sus materiales fueran utilizados para la edificación de casas/viviendas particulares y obras públicas del Concejo. A mediados del siglo XIX, Pascual Madoz anotó que su solemne torre se encontraba intacta, cuyas paredes serían tan duraderas como el mundo.

Su planta está relacionada con las fortalezas del tipo de zonas de llanura, originales del territorio vallisoletano, con forma rectangular y regularizada, con la Torre del Homenaje dispuesta en el centro de uno de sus lienzos. Otros castillos con gran parecido se encuentran en Zafra, Villalba y Belalcázar. Consta de una gran Torre del Homenaje de planta rectangular, al igual que el recinto que la acoge. El flanco sur está fortificado con tres estrechas torres similares a las conservadas en Salvatierra de los Barros y Alburquerque. En este mismo lateral podemos descubrir restos fragmentarios de una desaparecida barrera y de un foso. En uno de sus muros, en el lado norte de la torre del lado del homenaje, se conserva el escudo de armas del primer titular de la villa, luciendo la inscripción: ARMAS DE D. LUIS PONCE DE LEÓN. En la fachada este del mismo torreón se encuentra una lápida muy desgastada, pero con los suficientes rasgos y letras gotizantes conservadas para establecer la reconstrucción de su autoría artistica: (EST)A OU(B)RA FIZO (MAESTR)O (ABD) ALLA. Por ella podemos saber que el maestro que realizó el castillo, o alguna intervención importante se podría apellidar Abdala.

Se desconocen muchos datos documentales y arqueológicos sobre este emplazamiento, pero sabemos como el 20 de agosto de 1382 el monarca Juan I otorgó licencia y permiso a Garcí Fernández de Villagarcía para que: «…pueda facer o labrar en su casa fuerte de Villagarcia y faseria alçar e ponerle petril e almenas caba e barrera…». Existe un documento en el que un testigo, tras ser interrogado en el año 1426 sobre dicho monumento, respondió que vio construirla: «… a las diez y nueve pregunta dixo que sabe que la dicha villa García tiene una buena fortaleza la qual este testigo vido faser». Este castillo es un buen ejemplo de la arquitectura militar y defensiva del periodo medieval. Ubicado en un terreno llano y elevado, con dos recintos, en el que el primero se convierte en muro de contención sobre el que apoyan algunas viviendas particulares de la villa. En ese mismo lienzo del lado norte, y en su centro, se dispone una majestuosa torre semicircular. El segundo recinto, mayor en dimensiones (29,70 m. de longitud y 21,79 de anchura) contiene torres de planta cuadrada con 5,70 m. y 7 m. de frente, así como otras de sección circular con un diámetro superior a los 3 metros, dispuestas entre las dos torres cuadradas mencionadas, y otras dos desiguales con 5,20 m. y 3, 20 m. que flanquean la puerta del lado Este. En el ángulo del sureste existe otra torre con 20 x 14,30 m., que responde a un añadido del siglo XV.

En el interior de la fortaleza se pueden contemplar un pozo circular con antepecho y un estanque, así como los mechinales que escalonadamente estructuraban los tres pisos, cerrados con murallas de un grosor superior a los 2 metros. Quedan en él dos grandes torres cuadradas unidas por muros de sillarejo y algunos cubos cilíndricos. La altura de éstas, acaso superior a los 30 metros, permite vislumbrarlas desde la lejanía. Ello ha dado sobrenombre al pueblo («de las Torres»). La datación cronológica ha suscitado no pocas polémicas, algunos autores como Mélida datan el conjunto a finales del siglo XIII o principios del XIV, mientras que otros la trasladan hasta finales del siglo XV o comienzos del XVI. El estado actual en el que se encuentra la construcción se aproxima al de ruina, aunque por otra parte ha recibido recientes restauraciones consistentes en  por ejemplo la consolidación de los principales vanos de la fortaleza.

CEMENTERIO DE LOS ITALIANOS DE CAMPILLO DE LLERENA

El episodio de la Guerra Civil española dejó huella en todo el territorio extremeño consecuencia de los violentos enfrentamientos que tuvieron lugar por esas fechas. También los pueblos de la Campiña Sur sufrieron las consecuencias del conflicto. En Campillo de Llerena, concretamente en la Sierra de Argallén, tuvo lugar uno de estos enfrentamientos más duros.

El Cementerio de los Italianos que se encuentra a las afueras de la localidad se muestra como fiel testigo de este episodio. En él se dio sepultura a los caídos en el frente de Argallén por el lado nacional, especialmente los italianos que llegaron a España para socorrer al bando nacional a partir de junio de 1937. Muchos de los restos se llevarían tras la construcción del Valle de los Caídos a Madrid.

Pero en este lugar también yacen restos de personas que no se incluían dentro del bando nacional. Se sitúan en la franja derecha del cementerio, donde se aprecia un nivel más bajo del terreno. Estos restos se encuentran en una fosa común que muchos de los mayores de Campillo recuerdan con total lucidez. En un principio esta fosa se encontraba fuera del primitivo «campo santo» (concretamente pegados a la tapia del lado derecho) y hoy día se sitúan dentro del perímetro cerrado del lugar.

Campillo de Llerena, junto a otro centenar más de pueblos, en los dos meses siguientes a la toma de Badajoz el 14 de agosto de 1936 por el ejército franquista, pasaron a depender de la que vino a llamarse Zona Nacional. Sin embargo el conflicto bélico siguió desarrollándose en zonas limítrofes de nuestro territorio como son por ejemplo las conocidas históricamente como «La Bolsa de La Serena», hasta que el ejército nacional acabara con ella el 21 de julio de 1937 con la toma de Zalamea y de forma definitiva con la toma de Campanario el 24 del mismo mes.

CIUDAD ROMANA DE REGINA EN CASAS DE REINA

A unos 1.500 metros de la población de Casas de Reina se hallan las ruinas de la antigua ciudad romana de Regina, cuya fundación, resultado de la unificación de diversos núcleos de población de los que el más importante se ubicó en el cerro de la Alcazaba de Reina, tendría lugar en el siglo I d.C. los motivos de la creación de la ciudad estuvieron íntimamente ligados a razones económicas: abundancia de minas, buenos terrenos agrícolas, zonas boscosas, abundancia de agua. El paso de la calzada que unía Augusta Emérita con Híspalis vivificó la población a lo largo de los siglos.

Por diversos autores antiguos, entre ellos el naturalista Plinio, sabemos que la ciudad y su territorio formaron porte de la antigua demarcación geográfica denominado Baeturia turdulorum, la que más tarde ocupó el conventus cordubensis. Gracias a diversos epígrafes y documentos aparecidos en las excavaciones conocemos algunos datos, pocos, de su historia, de sus habitantes, algunos de raigambre itálica e incluso de procedencia oriental, quienes rindieron culto a las divinidades oficiales del estado, a las orientales y a los dioses del terruño.

De esa información se infiere que la respublica reginensis recibió la organización politica romana en época de los flavios y que la administración romana tuvo muy en cuento desde el

periodo anterior (Claudio-Nerón) a sus naturales a los que dotó de todos los servicios y comodidades de la época. Todavía la ciudad está habitado en el año 619, puesto que fue citado en las Actos del 11 Concilio Hispalense, que presidió Son Isidoro. Su abandono pudo ocurrir con motivo de las convulsiones que se producen a raíz de la dominación árabe y la población resultante  pasaría a ocupar nuevamente las alturas del cerro donde se levantó la referida Alcazaba de Reina.

CONJUNTO DE CHOZOS, ZAHURDAS Y CERCAS DE LA FINCA LAS MIL Y QUINIENTAS DE LLERA

El «Conjunto de chozos, zahúrdas y cercas de la finca Las Mil y Quinientas» se localiza en el término municipal de Llera (Badajoz), al Noroeste de la población. Se puede acceder al mismo desde los kilómetros 11 ó 8 de la carretera BA-080 de Hornachos a Llera. El paraje se configura como un paisaje cultural modelado por los usos agricolas y ganaderos citados, al cual le confieren personalidad las construcciones arquitectónicas tradicionales relacionadas con la vivienda más elemental, el aprovechamiento de los acuíferos y la propia cerca que delimita la finca. Dichos elementos salpican un espacio con relieve ondulado y bastante deforestado, integrándose perfectamente con el entorno por la utilización de materiales locales. Las cercas circulares u ovaladas, y a veces rectangulares, de piedra seca de distinto tamaño, se destinaban a majadas para ovejas (sólo en el caso de las dos familias que tenían ese derecho), a la cabra o menos frecuentemente al ganado vacuno. Cabe destacar que existía una prohibición taxativa de utilizar materiales industriales (cemento, metal, etc.) para levantar zahúrdas, chozos y cercas.

Los manantiales subterráneos son frecuentes, lo cual contrarresta las duras condiciones del verano de la campiña. Gracias a ellos, se contaba con puntos de abastecimiento de agua donde se construían rudimentarias fuentes en piedra seca de donde se extraía manualmente (con un recipiente o pequeño cubo). El número total de chozos con zahúrdas que tenían vigencia en la extensión acotada rondaba varios centenares, si bien en la actualidad se conservan en buen estado alrededor de medio centenar. La tipología de chozo que se observa en el paraje responde a la típica construcción de planta circular en piedra seca con mortero de tierra con techumbre realizada mediante el sistema de falsa cúpula. La cubierta suele recubrirse de estiércol para dar consistencia y actuar como aislante térmico. Anexo al chozo, suelen construirse cercados para ganado porcino que tendrán mayor o menor extensión en función del número de animales mantenidos. Del mismo modo, algunos incluyen cámaras de cria para los lechones. Estas dependencias nos permiten hacernos una idea de la diferente capacidad económica de los colonos usuarios de la finca, desde los que poseían pocos ejemplares hasta los que podían permitirse ingresar recursos monetarios al poder comerciar con el ganado. En lo que se refiere al estado de conservación de los chozos, cercas y fuentes, el mismo es regular en unos casos y óptimo en muchos otros.

Por todo ello el «Conjunto de chozos, zahúrdas y cercas de la finca Las Mil y Quinientas», de Llera, conforma un paisaje cultural de enorme interés etnográfico que nos recuerda que incluso los entornos «naturales» han experimentado la pertinente transformación humana, con la herramienta de la cultura, para la obtención de recursos imprescindibles para la reproducción social de familias y grupos domésticos. De ese modo, el paisaje, como constructo cultural, nos refleja igualmente las formas de vida. Aunque en el plano adjunto se señalan 32 elementos significativos por su grado de conservación y accesibilidad, eludiéndose la localización del resto de inmuebles y otros bienes dispersos en el espacio a proteger (donde se incluyen tanto el resto de los que gozan de buen estado de conservación, hasta llegar al medio centenar, como el total de los varios centenares existentes entre chozos, zahúrdas y cercas), la protección del conjunto se realiza partiendo de la base de que contemplamos un paisaje cultural, dentro del cual todos los elementos arquitectónicos existentes, señalizados o no, dentro de este Bien de Interés Cultural, gozan de la misma protección.

Del mismo modo sucede respecto de los elementos sin registro específico insertos dentro de la delimitación del entorno del mismo. Por otro lado, los trabajos del IAVE (Inventario de Arquitectura Vernácula de Extremadura) registrarán, con los plazos condicionados por los medios materiales y humanos de que se dispone, el resto de elementos no señalizados en el plano adjunto. Tanto la cerca que delimita las 500 Has. de la finca «Las Mil y Quinientas» como las partes interiores son parte de los elementos protegidos de este Bien de Interés Cultural. Delimitación del entorno de protección y limitaciones de uso. La zona en la que se ubican tanto el Bien de Interés Cultural objeto de protección como su entorno se localizan en el término municipal de Llera.

IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONSOLACIÓN DE AZUAGA

Muy próxima al Castillo de Miramontes, está considerada como la más importante de la provincia en cuanto a decoración en su estilo y la segunda en extensión después de la Catedral de Badajoz. La fecha de ejecución de este solemne templo, mandado levantar por la Orden de Santiago, estaría rondando los años finales del siglo XV y principios del XVI, pues según el libro de visitas de 1511 se dice: «…fue visitada la yglesia de Santa María de Consolación que es la que agora nuevamente se haze para yglesia parrochial de la dicha villa». De la misma manera, la inscripción que aparece embutida en el muro de la escalera al coro, menciona como fecha de finalización de su fábrica, el año 1538. Aún así, la capilla mayor tiene un origen anterior (finales del siglo XV) construida sobre los restos de una antigua edificación allí ubicada. Estilísticamente responde a los últimos momentos del gótico que en nuestra región se prolongarían hasta la segunda mitad del siglo XVI conviviendo con el renacimiento inicial. Concretamente se encuadra dentro del estilo gótico isabelino con influencias del gótico portugués o manuelino con elementos de traza renacentistas también. La influencia gótica se ve reflejada en su estructura: bóvedas de crucería, pilares, contrafuertes, arbotantes y rosetones. Las ventanas del coro y la sacristía son renacentistas  la influencia manuelina se manifiesta en pináculos así como en el cordón franciscano del arco carpanel de la Puerta del Evangelio.

La iglesia es de planta rectangular, con tres amplias naves y ábside poligonal con la sacristía anexa por el lado de la Epístola y tres capillas por el lado del Evangelio. El espacio se concibe unitario sin añadidos de posteriores épocas o estilos. El granito en bloques perfectamente labrados y el ladrillo, son los materiales básicos utilizados en la construcción. El granito se utiliza en pilares, contrafuertes, torre y nervios de las diferentes bóvedas, desconociendo su procedencia. Estos sillares están unidos con argamasa además de puntas de hierro. El ladrillo, por el contrario, se reduce a las bóvedas y algunas superficies de los paramentos. Además de la portada principal de cinco cuerpos presenta otras dos; la de la Epístola y la del Evangelio o del Perdón. La portada principal con salida a la calle Iglesia se compone de tres cuerpos, más el de las campanas y el remate final. El primer cuerpo que comprende la parte de los pies, se encuentra enmarcado por esbeltos estribos góticos, la portada propiamente dicha está inmersa en un soberbio arco conopial con florones y una ventana dispuesta bajo el mismo. Bajo este arco evoluciona otro trilobulado profusamente decorado con motivos vegetales y grutescos. La zona central da cobijo a una hornacina con un rico doselete, y en ella, una imagen de la virgen titular, flanqueada por dos querubes y labrada en noble mármol blanco que contrasta, al igual que los pequeños escudos y efigies de los pisos superiores, con el resto del rosado granítico de la torre-fachada. Todas las arquivoltas se apoyan sobre columnillas mediante capiteles muy trabajados. El segundo cuerpo presenta un único vano en arco de medio punto, un antepecho angrelado y decoración de florones en su frente. Dos columnillas adosadas con fustes de fina decoración y rematadas en pináculos sogueados flanquean este vano. Una inscripción en la separación de estos dos niveles anota: «AZUAGA POR SU BONDAZ ME FIZO Y CON BUEN ZELO DIOS LE DE EL REINO DEL CIELO. AMEN». El tercer cuerpo contempla una ventana geminada con parteluz de mármol blanco y delicada labra en el frente de los dos arcos y en las dos pilastrillas adosadas que lo enmarcan. El cuarto o de campanas se desdobla en dos bloques de corte renacentista.

La torre mide unos 34 metros de alto y a ella se accede por una escalera de caracol con 98 escalones que llegan hasta dicho campanario. Este espacio está rodeado por una ancha cornisa sostenida por atlantes sobre la que descansan cuatro fuertes balcones férreos. Otra escalera circular nos conduce hasta la azotea que tiene por balaustre pequeñas columnas y pilastras salomónicas. La portada norte o Puerta del Perdón, con salida a la Plaza de Sarasate, se compone de un arco carpanel que arranca de arquivoltas y otro arco ciego y apuntado, por encima del anterior con hornacina intermedia. La portada se enmarca por dos columnas con baquetones que en la parte superior se vuelven sogueadas, envueltas por un airoso alfiz. Entre las dos columnas; por encima del arco apuntado, se desarrolla una rica decoración de motivos vegetales (por ello se la denomina como del Gótico Florido), hojas de algunas variedades comarcales de jaras, adelfas y cantueso. La parte superior también goza de abundante decoración hasta el remate del muro con pináculos, en cuya base hay gárgolas y otras figuras antropomorfas y zooomorfas. La portada sur o del lado de la Epístola contrasta con las otras dos por su austeridad. Se trata de una portada de arco carpanel sencillo al que se superpone otro apuntado, flanqueada por dos columnas adosadas y con menor riqueza decorativa. En este costado es destacable la ventana que ilumina el interior de la sacristía, de disposición rectangular, decorada con columnillas clásicas, en la que se realiza un sabio estudio de perspectiva renacentista a través de la disposición y tamaño de los casetones que ocupan la superficie abocinada de la misma. Los elementos arquitectónicos que identifican desde el exterior el edificio son los arbotantes, encargados de canalizar y distribuir los empujes de la bóveda central a los contrafuertes adosados a los muros laterales otorgando un marcado dinamismo y sabor gótico al monumento. El interior consta de tres naves de 54 metros de profundidad y 22 metros de anchura con 10 columnas que separan los espacios de las tres naves.

Las cubiertas se resuelven con bóvedas de crucería de diferentes estilos, aunque estrelladas en su mayoría (sotocoro, sacristía y nave de la cabecera). El coro resalta por su magna decoración utilizando una balaustrada pétrea muy bien trabajada con pequeños balaustres y figuras sostenidas por un cornisamiento elegante rematado por diferentes macetones. La escalera que da acceso al coro se decora con diferentes motivos: veneras, hojas de acanto, efigies de angelotes, etc. La capilla de la pila bautismal, ubicada justo debajo del espacio de la escalera, se decora por medio de un arco semiesférico en el que se representa la última cena con inscripciones correspondientes a los diferentes apóstoles. Esta pila bautismal se conserva como único ejemplo comarcal realizado en barro cocido y vidriado en tono verdoso de inspiración andaluza, por lo que se piensa que pueda proceder de algún taller sevillano del barrio de Triana del siglo XVI. Son otras figuras como efigies de ángeles, tortugas, coronas, racimos de uvas, etc. las que decoran el espacio de las bóvedas del sotocoro, repartidas en 104 paneles.

IGLESIA DE LA CONCEPCIÓN DE GRANJA DE TORREHERMOSA

Enclavada en pleno centro urbano, es sin duda la obra artística más importante de la población. De estilo gótico-mudéjar, se encuadra entre finales del siglo XV y primera mitad del siglo XVI. Desde el lado de la Epistola puede contemplarse en toda su plenitud gracias a la plazoleta que hace algunos años se creó tras eliminar el edificio que se situaba justo delante de su frente, realzando así el enorme valor artístico de este monumento. No podemos decir lo mismo del lado del Evangelio, donde la visión se reduce debido a las viviendas situadas a escasos metros de la cabecera. Los visitadores santiaguistas ya en el año 1494 describen el edificio de la siguiente forma: «… el cuerpo de la yglesia es de dos naves de piedra de mampuesto y tapias por medio de danças de arcos de ladrillo y piedra. Está bien enmaderada y tejada, tiene la Iglesia dos puertas con sus puertas de encima…». Por otra parte, sabemos que las obras continuaban con el fin de acabar lo antes posible su fábrica, según aparece reflejado en la visita del año 1514. De todo ello, deducimos que las obras terminarían en la primera mitad del siglo XVI.

La planta del templo, de nave única, contiene una pequeña sacristia aneja a la cabecera por el lado del Evangelio. La nave que se contempla en este costado es de época moderna, dando la impresión de tratarse de una segunda nave, aunque no es el caso. Este añadido fue ejecutado por el maestro llerenense José Gómez que desde la ciudad provisoral desarrolló una extensa actividad arquitectónica en numerosos pueblos de la comarca, levantando iglesias de nueva planta o modificando sus estructuras anteriores. La cabecera es poligonal con dos vanos en cada lado y algunos recercos en forma de arcos apuntalados. Este mismo tipo de arco lo encontramos en la portada de la Epístola, doblado por otro de medio punto que reduce fuertemente la luz o anchura del original. El interior se cubre con una bóveda de cañón con lunetos y cuatro arcos reforzadores o fajones de diseño apuntado que compartimentan el interior en cuatro tramos que descansan sobre gruesos pilares, mientras que la cabecera o ábside se resuelve con una sencilla bóveda de crucería de sabor medieval. La totalidad de la fábrica está realizada con una mezcla homogénea de mampostería y verdugadas de ladrillo aplantillado (como en las parroquiales de Berlanga o Campillo de Llerena). El ladrillo es el material exclusivo utilizado en los pilares exteriores acabados en pirámides con pináculos en cada uno de los vértices.

La torre es la parte más destacable del edificio, ubicada en los pies del mismo, resaltando como pieza fundamental en el dominio histórico-artístico de la población y de la comarca. Hernández Nieves se refiere a ella de la siguiente manera: «Se trata de la mejor fachada mudéjar en Extremadura, después de la del monasterio de guadalupense. Su figura supera en proporciones, esbeltez, ornato y estructura organizativa a otras manifestaciones mudéjares similares en la Baja Extremadura…». El interior de la torre se estructura en cuatro cuerpos. El primero aparece cubierto con una bóveda de crucería simple, mientras que los restantes se resuelven mediante bóveda de medio cañón, separados por arcos torales rebajados. La escalera aparece adosada en el lado izquierdo. El exterior tiene tres cuerpos. El primero resulta el más elevado, ya que se corresponde con los dos primeros pisos del interior, y se encuentra delimitado lateralmente por dos pilastras de sección prismática, y a los lados, una columnilla que recorre de arriba abajo este primer cuerpo. El espacio comprendido entre estos elementos se decora profusamente a través de nervios entrecruzados en forma de rica labor gótica. En el cuerpo inferior se abre una puerta de acceso al templo, abocinada y con arco apuntado con arquivoltas (es la última arquivolta la que se eleva hacia el centro del arco demedio punto para dar como resultado un arco conopial).

Sobre este primer cuerpo se eleva un frontal dividido verticalmente en cuatro calles formadas por tres semicolumnas adosadas. Además se divide en seis tramos transversales: el primero, constituido por tres arcos de medio punto algo apuntados y otro más, geminado. El resto de los tramos están concebidos como gabletes rematados por pináculos y bajo éstos, molduras rectangulares dispuestas en vertical, formando una ligera cuña. Este primer cuerpo está rematado mediante una cornisa volada y sobre él se erigen otros dos, separados por un friso con ocho gabletes individualizados con columnillas de traza vertical. Sobre este friso se desarrollan arcos de medio punto peraltados y lobulados, enmarcados en sus respectivos alfices. El tercer cuerpo emplea las mismas formas que el anterior con la única diferencia de que son nueve gabletes los que lo engalanan. El remate se resuelve mediante almenas de grada, dispuestas en dos grupos laterales con catorce piezas cada uno y emparentadas directamente con las torres mudéjares andaluzas. De este modo, destaca la estructura de la torre por su esbeltez, elegancia y por el empleo de una sabia conjugación de elementos propios del gótico y los de inspiración mudéjar.

IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA GRANADA DE LLERENA

Fundada por la Orden de Santiago, esta construcción comenzó a edificarse a finales del siglo XIII o comienzos del XIV erigiéndose en sus orígenes como parroquia y convirtiéndose en el siglo XV en iglesia mayor. Los materiales constructivos son variados: mampostería, ladrillo, cerámica policroma, yeso, piedra, etc. facilitándonos la distinción de dos épocas y partes que responden a estilos bien diferentes: mudéjar y barroco. La parte mudéjar fue erigida durante el siglo XIV, formando una diáfana planta con tres naves separadas por una doble linea de arcos. Esta zona se cubría con una techumbre de madera, mientras que la cabecera y otros tramos fueron cerrados con bóvedas góticas de crucería.

En el siglo XV se adecentó su altar mayor, a través de ricos paneles de azulejería y de un retablo pintado y dorado. Cien años después fueron construidas la Capilla del Prior D. Gonzalo de la Fuente, la de San Juan Bautista (las únicas que se conservan en la actualidad de las siete capillas originarias) y una nueva torre. La capilla de San Juan Bautista es de estilo gótico flamenco y fue edificada por Hernando de León y posteriormente adquirida por Don Luis de Zapata. Posee una sacristía, un coro y un sotocoro de finales del periodo gótico, así como zócalo de azulejería mudéjar-plateresca y cerramiento de hierro forjado, además, acoge algunos motivos ornamentales de época renacentista: temas heráldicos, efigies o bustos introducidos en medallones, etc. La capilla del Prior, fundada por Don Gonzalo de la Fuente en 1580, es de estilo renacentista y en ella se ubica la pila bautismal.

La majestuosa torre, el elemento más destacado de la fábrica y construcción emblemática de la ciudad, es de planta rectangular y se levanta sobre el anterior campanario gótico mudéjar del siglo XIV a cuyos pies se observa la atractiva puerta del perdón de estilo gótico. Cuenta con cinco cuerpos; los dos primeros de la parte baja correspondiente a la mencionada puerta del perdón y a la ventana mudéjar y el resto de estilo renacentista construido en ladrillo en la segunda mitad del siglo XVI. El tercer y cuarto cuerpo presentan al exterior doce grandes machones de sección rectangular que enmarcan diez vanos con arcos de medio punto peraltados, dos en los lados menores de la torre y tres en los mayores. Se enmarcan por finas columnas y multitud de molduras típicas del estilo constructivo renacentista. En el cuarto cuerpo la balaustrada se sustituye por placas rectangulares rehundidas y un entablamento con triglifos y metopas, eligiéndose en este cuerpo el frontón curvo. Rematando la construcción, se levantan sobre la terraza abalaustrada cuatro torrecillas de planta circular en los ángulos, cubiertas por cupulines de cerámica vidriada y una linterna en el centro de tres cuerpos que reiteran a una escala mucho más reducida el alzado de la torre.

En esta misma época se abrieron al exterior las impresionantes arquerías que serían usadas durante siglos como lugares de asientos y palcos para ver los autos de fe o las fiestas taurinas. Esta hermosa y llamativa fachada norte se compone de dos cuerpos de galerías de estilo mudéjar. El superior de 18 arcos y el inferior de 14 sostenidos en pilares octogonales de ladrillo y enmarcados por alfiz. El primer nivel de estilo barroco, cuya traza es atribuida al arquitecto llerenense José de Hermosilla autor entre otras obras del Paseo del Prado de Madrid, está compuesto por una portada de cantería adintelada flanqueada por dos pares de columnas adosadas de orden gigante con retropilastras sobre podio, rematada por frontón curvo desventrado que alberga en su interior un escudo emblemático y decoración floral. A su vez está rematado por un frontón curvo en cuyo tímpano se puede ver el escudo coronado de la Granada y tres más que pertenecen al reino de Castilla, al del Papado y al de la ciudad de Llerena. El resto de la fachada de este nivel inferior se decora con una serie de rehundidos coronados por sobrios frontones triangulares sobre ménsulas.

IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DE GRACIA DE BERLANGA

El edificio religioso más monumental de la localidad, no se sitúa en el centro estratégico de la localidad, sino en la zona norte del perímetro urbano, donde se halla exenta entre dos amplias y hermosas plazoletas a diferentes alturas presentando por el costado del Evangelio una gran escalinata que le confiere una destacada monumentalidad al emplazamiento. Conocida en otros tiempos con el nombre de Iglesia de Nuestra Señora de los Milagros, se trata de una obra originaria de la época mudéjar, de la que permanece la cabecera, y remodelada después en época barroca en múltiples ocasiones, confiriéndole finalmente el estado que actualmente podemos contemplar. En el año 1766 el maestro Alfonso de Ladera procedió a la remodelación total de este templo de cariz popular, fuertemente influenciado por las edificaciones jerezanas, así como por las manifestaciones portuguesas del Rococó: entablamentos moldurados, movidos y ondulantes, tribunas de coro, órgano, etc. Estos mismos influjos son apreciables en la riqueza decorativa de los estucos de la capilla mayor de Santa María de Jerez de los Caballeros. Otro acento jerezano resulta el marcado contraste producido por la bicromía del rojo de los tejados y la blancura de los remates.

La capilla mayor comenzaría a ser construida a principios del siglo XVI, según apuntan algunos estudios que nos ofrecen además datos de los testimonios de los visitadores santiaguistas, los cuales anotaron detalles acerca de su pésimo estado de conservación y tomaron algunas decisiones al respecto como muestran sus apuntes acerca de la capilla: «… que comiencen a edificar y labrar la dicha capilla que esta mal reparada, la cual no dexen que sea fenesçida y acabada…». Las obras continuarían durante el año 1515 con otras actuaciones como fueron la construcción de la cubierta con bóveda de crucería de ladrillo y claves pétreas. Pero las obras se siguieron desarrollando hasta el 1575, esta vez con el maestro Juan Merino al frente de la construcción, según apuntan las cartas de pago de uno de los mayordomos presentara a los visitadores santiaguistas. En 1604, seguían desarrollándose los trabajos con normalidad, aunque al frente del proyecto se presentaba otro arquitecto, Alonso González, según la carta de pago que presentara por entonces el mayordomo Juan de Valencia.

Con planta central basilical de tres naves divididas en cuatro tramos y con portada a los pies, típica en la tipología mudéjar con torre fachada. La zona de los pies sufre una pequeña transformación, con un cuerpo de tres naves y un coro que descansa sobre arcos carpaneles con la misma amplitud que la de los cuerpos laterales. Tiene tres entradas; dos por los laterales que dan a sendas plazoletas y la otra entrada mencionada anteriormente y situada a los pies (Puerta del Perdón). Esta torre fachada fue restaurada en 1992, trabajo que se basó en enmascarar todo el encalado de ladrillo, acompañado de policromía. En el testero o cabecera se colocó un coro alto incorporado a la gran torre, al que se accedia por medio de una escalera y cubierto con bóveda simple de crucería. Debajo de éste se disponía la capilla bautismal con la pila de bautizar, aún conservada, cubierta con otro sistema similar al del coro. Junto a la cabecera (lado de la Epístola) estaba ubicada otra pequeña capilla con la función de sacristía, cubierta por otra bóveda gótica de crucería y ladrillo. Resulta muy interesante la decoración que se extiende por sus muros de estilo manierista (con ciertos detalles que nos recuerdan las formas andaluzas).

El interior se restauró a finales de los años 70 y principios de los 80 con el objetivo de paliar las deficiencias que padecía el templo y de solucionar los destrozos que sufrió en el periodo de la Guerra Civil, cuando se perdió buena parte del mobiliario junto con el excelente órgano de la parroquia que se asentaba en la tribuna dispuesta junto al coro, con forma de uso y sustentada sobre un arco profusamente decorado con yeserías policromadas con motivos vegetales y geométricos de gran atractivo. La torre sufrió también una restauración en los años 90 debido al mal estado de conservación que presentaba su cuerpo y la zona anexa al mismo. El pavimento se resolvió mediante una mezcla de solería marmorea a base de combinación del blanco y negro acordes con la decoración y composición del conjunto. Llama la atención la capilla situada cerca de los pies del templo, donde se recoge una interesante muestra de arte sacro con obras de platería como son el templete del Corpus de mediados del siglo XVIII de Agustín Álvarez Lajas, cruces procesionales datadas en el siglo XVI, cálices, etc, además de otras muestras de ornamentos litúrgicos. Esta hermosa iglesia parroquial recibió en el año 1990 la declaración de Monumento de Interés Histórico Artístico.

MENHIR Y DOLMEN PREHISTÓRICO EN LA CARDENCHOSA DE AZUAGA

Monumentos megalíticos. Menhir y dolmen prehistóricos. Aunque los datos a cerca del origen de la aldea son escasos, si que existen testimonios de restos relacionados con el fenómeno del megalitismo (menhir y dólmenes) que nos hacen pensar que los primeros asentamientos en la zona pertenecen a la época prehistórica.

El fenómeno megalítico es un proceso cultural caracterizado por la edificación de grandes sepulturas de piedra y por la práctica generalizada del enterramiento colectivo y tiene una muestra representativa en esta pequeña aldea de La Cardenchosa. Las tumbas son muy variadas, pero entre ellas sobresalen los dólmenes. Tampoco faltará otro tipo de ejemplos representativos, este es el caso de los menhires, cuya cronología nos conduce hasta el V-IV milenio a.C. Surge a finales del Neolítico, conviviendo con el Calcolítico y la Edad del Bronce.

Los restos arqueológicos nos ponen de manifiesto que esta etapa no llegó a constituir una cultura homogénea, sino que estuvo formada por multitud de etnias y culturas que tenían como elementos comunes: la práctica del enterramiento colectivo y el desarrollo de grandes construcciones pétreas. Estos restos son representativos de un amplio colectivo humano, asentado en la mayor parte del continente europeo, hacedor de un interesante y complejo sistema de edificaciones ciclópeas con una finalidad poco clara, aunque la mayoría de los eruditos coinciden en otorgarles un valor ritual al que se le suma otro de carácter funerario, con unos sólidos conceptos sociales y antropológicos sobre la vida y la muerte.

Como ejemplos comarcales representativos conservamos en la aldea de La Cardenchosa: un menhir realizado sobre una fina lancha de pizarra, emplazada en pleno centro de la aldea y varios dólmenes (sistema de enterramiento resuelto con lanchas verticales cubiertas por otra horizontal), con un valor eminentemente funerario dispersos por las proximidades de la aldea; en el entorno del Campo Santo y en el camino que conduce a la cercana localidad de Granja de Torrehermosa. Éste último, se encuentra situado en una elevación del terreno y su aspecto resulta algo más monumental que el anterior por las dimensiones de los elementos pétreos que lo conforman. Ambos se encuentran en un estado de abandono notable debido quizás a que se han mantenido sin despertar la atención de los lugareños durante mucho tiempo.La tradición oral de los lugareños los relaciona con el pueblo islámico, concediéndoles, por ello, los topónimos de: «Fosas» o «Sepulturas del Moro».

ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DEL ARA EN FUENTE DEL ARCO

El Santuario de Ntra. Sra. del Ara se encuentra situado en las estribaciones de Sierra Morena y a unos siete kilómetros de Fuente del Arco. Todo el paraje que lo circunda resulta ser de gran riqueza arqueológica, aflorando sobre todo restos romanos, lo que nos lleva ha sospechar de la posible existencia de algún centro religioso y cultural pre-cristiano. El santuario lo mandó edificar, casi a sus expensas, el prior santiaguista Don García Ramírez. La construcción data de finales del siglo XIV principios del XV, y en un principio no existia nada más que la iglesia sin espadaña ni camarín, y unas construcciones anexas de las que aun hoy quedan restos. Concluida la iglesia en 1494, existían dos casas de morada junto a la ermita, la ocupada por el santero y la que acogía a los que venían a velar, más una bodega.

En 1549 ya existía la Sacristía, aunque reformada posteriormente para la construcción y acceso al Camarín. Los arcos tapados que se observan indican que formaron una galería abierta, como se refleja en la documentación de 1549. La arqueria de la fachada sur de la Iglesia, de estilo mudéjar esta compuesta por arcos muy peraltados que se apoyan sobre pilares poligonales (los únicos que hoy permanecen al descubierto), los de oeste y norte fueron cegados al levantar las construcciones anexas. Tras la arquería observamos una puerta de acceso al interior del templo con arco de herradura enmarcado en alfiz, donde aparecen restos de columnas romanas. A finales del siglo XVI la iglesia era la misma que ahora contemplamos, salvo que no contaba con la espadaña (campanario), ni con el camarin. Se debió contar con algún pequeño campanil sobre el arco toral, ya que encima de dicho arco, hasta 1494 se encontraba una esquila y en 1603 se compró la campana de la ermita de Ntra. Sra. del Ara.

La espadaña se levanta sobre los muros de los pies de la iglesia y se compone de dos cuerpos. El primero con dos vanos con arcos de medio punto, y el cuerpo superior con un solo vano y dos aletones triangulares curvos. Los dos cuerpos tienen medias columnas adosadas y el superior se corona con un frontón triangular. La espadaña se finalizo a finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII. La única nave de la iglesia se cubre con bóveda de cañón, y tiene una longitud de 17 metros y una anchura de 8 metros y medio. Todo el edificio se encuentra orientado hacia saliente. Entrando en el patio que forman los pies del templo y las construcciones anexas, en la documentación de la Orden de Santiago estas construcciones anexas aparecen como:

Aposentamientos. 

Casa del santero.

Bodega con lagar

Molino de aceite, del que se hace ya mención en 1575.

En el suelo de una de las salas del molino aparecen las bocas de las tinajas empotradas en el suelo, donde se guardaba el aceite. En esta sala como único adorno aparece el escudo oval de armas de la Orden de Santiago. El patio cuenta con una fuente en la que los feligreses arrojan monedas y piden sus deseos. En la parte norte, en el cercado interior de los aposentamientos mandados a construir por el prior Garcia Ramirez, se puede contemplar un cierto número de tumbas de diferentes tamaños excavadas en el suelo rocoso (posiblemente son tumbas fenicias), pendientes de estudio. La vista panorámica desde el campanario es estupenda, podemos observar: la Sierra de San Miguel, la Sierra del Viento y la Ribera del Ara.

Sierra de la Jayona: el topónimo de la serranía, Jayona, es de posible origen árabe, puede venir de la palabra árabe «aiun», que significa pozo, manantial, fuente. De ahí tomó su nombre el personaje regio Jayón, que junto con su hija y su pueblo fue beneficiario de la aparición de la Virgen. Ésta recibió el sobrenombre religioso, cristiano y pre-cristiano de Ara, piedra sacrificial, no ajena a los lugares de esta serrania, transitada por milicias romanas, luego por berebere y más tarde por caballeros cristianos que lucharon por estos parajes. En 1508 se nos advierte que existían tres molinos, uno cercano a la madre del agua y el otro el que está al pie de la Ribera del Ara que eran de harina y el que está en la ermita de aceite.

A la Orden de Santiago se debió la pequeña pero bien organizada infraestructura agropecuaria que, junto con las limosnas de los fieles devotos, permitió dotar a la ermita de todo lo necesario. En el siglo XVI se hicieron las primeras plantaciones de olivos, que luego exigieron los correspondientes molinos aceiteros, y que conllevaron a la desaparición de viejos cultivos como el lino. También se cuidó la apicultura y aumento la vacada. Con la desaparición de la orden santiaguista, y sin que se explique muy bien, nada quedó de aquello.

ESTILO MUDÉJAR EN LA CAMPIÑA SUR

Son diversas las localidades de la Campiña Sur que cuentan con multitud de ejemplos de arquitectura religiosa, civil y popular, inspirados en modelos decorativos de sabor islámico, destacando las magnas torres de las iglesias mayores. Entre las poblaciones que visitar para disfrutar del estilo mudéjar hay que destacar: Valencia de las Torres, Llera, Usagre, Villagarcía de la Torre, Llerena, Trasierra, Casas de Reina, Fuente del Arco, Valverde de Llerena, Ahillones, Berlanga, Azuaga, Granja de Torrehermosa o Campillo de Llerena.

El estilo mudéjar es una estética basada en la incorporación de elementos decorativos y materiales constructivos de inspiración islámica a obras con carácter cristiano, tanto civil como religioso y popular.

El ladrillo sin enlucir será el material constructivo por excelencia, además de la madera, trabajada con ricos elementos decorativos geométrico-vegetales, policromados con tonos multicolores. Los principales elementos decorativos que se utilizan: arcos polilobulados, carpaneles, de herradura, de medio punto, etc., enmarcados con alfices góticos, bandas de dientes de sierra, aleros pronunciados con modillones, apliques de cerámica ornamental en interiores y exteriores, etc.

La cronología abarca los siglos XV y XVI, conviviendo con la estética del Gótico; de ahí la mezcla de motivos de las dos modos artísticos, dando lugar a la denominación de estilo Gótico-mudéjar. Una estética muy nuestra, teniendo en cuenta que esta comarca acoge uno de los conjuntos monumentales mudéjares más notables de la Baja Extremadura.