Patrimonio Histórico de la Campiña Sur
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Las primeras muestras destacables de la ocupación humana del territorio, nos conducen hasta el periodo prehistórico del Megalitismo (mediados del segundo milenio a.C.) con un dolmen y un menhir en la azuagueña aldea de la Cardenchosa. Será con el Calcolítico cuando se inicie la verdadera historia comarcal, a través de múltiples yacimientos distribuidos por las localidades de: Azuaga, Llerena o Valencia de las Torres. La romanización del espacio fue uno de los procesos más relevantes. En esta época se enfrentaron los pueblos prerromanos de la “Beturia Túrdula” y el conjunto invasor romano. Restos de poblados prerromanos encontraremos en Higuera de Llerena (”las Dehesillas”) o en Valencia de las Torres (”el Cigarral”). Igual de abundantes resultan los hallazgos romanos de aras, lápidas sepulcrales y vasijas de cerámica en Azuaga, Berlanga o Campillo de Llerena.
Tras la ocupación romana, el solar pasó a manos de los visigodos (siglos VI-VII); continuadores de la cultura hispanorromana, como bien descubriremos en la fortaleza de Reina o en la necrópolis de Maguilla.
Llegamos al momento de la ocupación y conquista islámica, desarrollada a partir del siglo VIII. La población comarcana se resistió a esta ocupación, protagonizando interesantes episodios de la Reconquista, bajo el reinado de Fernando III, que una vez ganado el territorio (siglo XIII), lo entregó a la Orden de Santiago. En los siglos XVI y XVIII se asiste a la llegada de las corrientes culturales del Humanismo y del Renacimiento y al panorama turbulento de la Guerra con Portugal. Por estos años Llerena fue adquiriendo protagonismo, haciéndose con las sedes del Tribunal de la Inquisición y con el Priorato de San Marcos de León.
El siglo XIX significó desamortización; incremento de la actividad minera y consolidación de la nueva burguesía rural, enriquecida con el aumento de la producción agraria.
La actualidad participa de un lento pero progresivo despertar de esta entidad, emplazada en el Sureste extremeño, caracterizada por la fertilidad de sus tierras y la nobleza de sus gentes. Una comarca unida, con personalidad propia y a la que le queda mucho por decir.
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